Historias de la Tercera Raíz en México

  • Nov 09, 2021
instagram viewer

Este articulo es parte deLa melanina editar, un proyecto de Allure que explora cada parte de una vida rica en melanina - desde los tratamientos más innovadores para la hiperpigmentación hasta las realidades sociales y emocionales - mientras se difunde el orgullo negro.

Esta historia apareció originalmente en Vogue México. Para leer la historia en inglés, haga clic enaquí.

¿Cómo empiezas a contar esas historias que han sido privadas de su ruido? Unas tan genuinas, y las cuales habrían gesticulado su propio discurso si nunca hubieran sido silenciadas, algo así ocurre con la narrativa de la población negra de algunas partes de México y de América Latina, de la que hasta la fecha, aún se pone en duda su propia existencia como efecto colateral de esas historias de castas que se esparcen por el planeta. Antologías de vidas, desgracias y aventuras infinitas recogidas en un puñado de palabras, herencias que fueron hechas a existir al margen de cualquier discurso o a desaparecer sin ser cuestionadas, hoy reclaman su existencia.

Descritas por algunos como la tercera raíz, se refiere a la población de esclavos que llegó en barcos a poco tiempo de la conquista española en Latinoamérica, a veces registrada, a veces anulada sin un papel que comprobara su vida, se fue esparciendo por distintos rincones, fundiendo las historias que ya traían con las que se encontraron, que vieron de frente a un yugo que las obligó a que caer en los recovecos de la ignorancia con personas que, incluso hoy, desconocen esta parte de 'visión de los vencidos' que alguna vez fue silenciada.

Hoy en día, mientras países como Colombia o República Dominicana reconocen su raíz negra (a veces en formas contradictorias), México es un sitio donde prevalece la ausencia de historias y testimonios que la ayuden a vivir de manera legítima, que poco a poco comienza a ser sacada de ese silencioso lugar en el que se le puso durante tantos siglos para - por fin - darles eco. Aquí yacen cinco figuras que forman parte de esa vida de la que hablan, que se encuentran atravesadxs por luchas añejas, contemporáneas y goces que remiten al reencuentro de su identidad.

Alejandra Robles

En Alejandra Robles: textiles, de Remigio Mestas; joyería, de Maritza Villegas.

Una de ellas es Alejandra Robles, una cantante afrodescendiente originaria de Oaxaca. "I am a
mujer que ha dedicado muchos años a estudiar la música con raíz e historia, una de ellas es la africana. Crecí sin saber que era afrodescendiente, pero cuando me acerqué a los estudios de Gonzalo Aguirre Beltrán comprendí la afrodescendencia. Reconocerme como tal fue doloroso porque los conceptos de belleza que vemos están alejados de lo indígena y lo afro, no crecí con algo con lo que pudiera identificarme, me sentí muy lejos de lo que creía que era considerado bello, con los años eso se convirtió en mi fortaleza, en lo que me hizo más fuerte: esta es mi lucha y ahora lo llevo como mi bandera ", afirma.

La cantante sureña explora sus orígenes por medio de su música, creando canciones que hablen del color de la piel, el mar y le den un color de voz a esas narrativas que se disipan en el viento, como Joyas de Oaxaca, su canal de YouTube en donde destaca la herencia prehispánica del sitio al que llama hogar.

Waquel Drullard

En Waquel Drullard: blusa y falda, ambos de Yakampot.

A ella se suma Waquel Drullard, quien ha buscado alejarse de los conceptos como gay u homosexual con connotaciones antropológicas de conquista (recordemos que una está en glés, algo que encapsula el arquetipo de Adonis en el que no entra el cuerpo indígena, y la otra tiene una sutil reminiscencia a la ciudad letrada de élite que controla los cuerpos y las castas), por lo que reclama para sí, es la palabra marika. "Vengo de República Dominicana, de un barrio llamado Sabana Perdida: un lugar racializado, con un destino prescrito que implica no ir a la universidad, ser trabajadoras domésticas o motorita, un lugar empobrecido que marca los esfuerzos de lo que soy ahorita. Eso me dio la oportunidad de construir otros horizontes, porque aprendí el significado de la resistencia; al ser parte de un régimen cis [género] heterosexual que constantemente me señala y me decía lo izquierdo que era. Ahí aprendí a no encontrarme a mí mismx, a no dejarme caer: comprendí que lo más cruel que puedes hacer frente a una sociedad que no valora tu vida, es apreciar la tuya, conservarte y amarte inmensamente. Poseer un profundo amor propio que también es anticolonial ".

Waquel habita un cuerpo negro, racializado, luchador, consciente de su herencia afrodescendiente, que al caminar por la calle celebra ser marika travesti, porque para ellx es su venganza, quiere hacer una ruptura que descontextualice el cuerpo negro. "Cuando hay una sociedad que privilegia ciertos cuerpos sobre otros, para mí es importante llamarme negrx, mestizx, racializadx, disputo los cánones de belleza y el orden social. Si yo no me defino, es porque no quiero, no porque la sociedad lo dice ".

Las Afrochingonas

En Scarlet Estrada: camis de Carla Fernández.

Por otro lado, el poder de la unión se hace tangible en Afrochingonas, en donde una terna de mujeres que se encontró a través de una constelación de circunstancias las llevó a crear este proyecto que plantea una posición muy clara: el orgullo de ser afrodescendiente, como lo dice su lema "solas son semillas, juntas un campo florido ". Una de ellas es Scarlet Estrada, una afromexicana orgullosa de sus raíces, que como muchos, lo emprendió from the desconocimiento: "crecí sin saber que era afrodescendiente porque mi familia está atravesada por el proceso de mestizaje, creyendo que el mexicano viene únicamente de lo indígena y lo español, don- de lo negro es completamente borrado. Cuando estudié antropología el mundo se me abrió. Decido reivindicar a través de la historia que me fue negada a conocer, darle nombre a mis procesos y lo que yo vivía; al encontrarme con más personas afro en el camino ha sido como reconocerme en el espejo, completa algo que me hacía falta ", nos dice con una sonrisa.

A su voz se une la de Mar Bella Figueroa, ella se refiere a sí misma como un ser impermanente, que viene de Huehuetán, una comunidad en la Costa Chica de Guerrero, mayormente negra, con leyendas orales que hablan de sus orígenes. "Siempre he vivido entre la ambigüedad de la Ciudad de México, y la Costa Chica, desde pequeña me cuestionaron sobre lo oscura que era la piel de mis padres. En el momento en el que me reconocí y acepté mi negritud, también busqué reivindicarla. Crecí creyendo que ser negra era algo malo, pero al celebrarla, todo cambió, eso es lo que quiero compartir ".

La tercera integrante de este colectivo es Valeria Angola, una mujer afrocolombiana, que se describe así misma como cimarrona (que es la forma en la que llamaban a las personas esclavizadas que se escapaban de las haciendas y creaban sus propios pueblos libres). "Mi proceso ha sido más distinto porque nunca ha habido una preocupación de la identidad afrodescendiente, pero siempre ha habido una necesidad de defender eso de alguna manera, desde Afrochingonas nosotras no buscamos crear una represen- tación, sino de autorepresentarnos. Esto se nutre de estar en conversación entre las tres, derrotando estereotipos y prejuicios racistas, teniendo nuestra propia voz. Comprendemos que no somos absolutos porque también nos retro-alimentamos de aquellos que nos escuchan ".

Escuchemos estas vidas que forman parte de nuestra alma histórica desde donde hablan por sí mismas, donde colisionan con el poder, reutilizan sus fuerzas y esquivan sus trampas, donde apreciamos ese fulgor que permiten que se sitúen ante nosotros como un relámpago que se transforma en los recuerdos de un pasado que define nuestro futuro y la herencia que llevaremos con nosotros. ·

En este reportaje: fotografía, Viridiana para The Legends; peinado y maquillaje, Jesús Palencia; locación y agradecimiento, Centro Estudio; asistente de producción, Karla Romero.

insta stories